TRABAJAMOS
Desde un enfoque interseccional los ejes de migración y género, explotación laboral, violencias y racismo para avanzar en nuestros objetivos y estrategias.
#CuidarEsTrabajar
PRIORIDADES Y EJES DEL PROYECTO SEA
El proyecto Espacios para el Empoderamiento y la Acción II (S.E.A. II por sus siglas en inglés) es la continuación del proyecto S.E.A. I (desarrollado entre enero de 2023 y marzo de 2024). Su objetivo general es contribuir a garantizar que las mujeres trabajadoras migrantes que están en riesgo, o han sufrido la vulneración de sus derechos, especialmente en el sector de los cuidados en España, son agentes de cambio social y viven vidas libres de explotación, violencia y discriminación.
Para lograr este objetivo general, el proyecto se articula en torno a los siguientes enfoques y ejes:
Interseccionalidad:
Es necesario aplicar una mirada interseccional que pueda identificar y abordar las múltiples discriminaciones y violencias que enfrentan las mujeres migrantes trabajadoras en el empleo del hogar y los cuidados, en función de los diferentes factores que las atraviesan. Entre otros aspectos, destacamos el género, origen, nacionalidad, perfil étnico, situación administrativa, religión, edad, identidad y orientación sexual, nivel de estudios y conocimiento del idioma.
Migración y género:
Aunque tradicionalmente se ha concebido a las mujeres migrantes como meras acompañantes de sus homólogos masculinos, cada vez son más las mujeres que emigran deforma independiente para trabajar, recibir educación o como cabezas de familia. El género es una variable fundamental a la hora de analizar las razones y los resultados de la migración, y las mujeres migrantes son sujetos migratorios activos. Los enfoques restrictivos a las migraciones conllevan un aumento de la vulnerabilidad, estigma, y riesgo de sufrir situaciones de explotación y vulneración de derechos de las personas en movimiento.
Esta vulnerabilidad aumenta en el caso de la población migrante femenina, ya que debe hacer frente, además, a situaciones de explotación y violencia basadas en una doble discriminación: por el hecho de ser migrante y por el hecho de ser mujer.
En España, el empleo del hogar y los cuidados representa en torno al 2,7% de la ocupación total. La mayoría de las personas empleadas como trabajadoras del hogar y los cuidados son mujeres, la mayor parte de las cuales tienen nacionalidad extranjera.
Explotación laboral:
A pesar de los avances que han supuesto la ratificación de los Convenios 189 y la adhesión al Convenio 190 de la OIT, y que son la expresión de un largo camino de luchas, reivindicaciones e incidencia política del movimiento feminista migrante, el sector del trabajo del hogar y los cuidados continúa presentado unas condiciones laborales que favorecen la precarización y la explotación de sus trabajadoras, especialmente cuando éstas son mujeres migrantes. Por ejemplo, el porcentaje de temporalidad de los contratos en este sector es casi del 36% entre la población extranjera frente al 23,4% de la población española.
A su vez, los acuerdos “verbales”, forma contractual que favorece la incertidumbre y la falta de claridad en las condiciones laborales, suponen el 8% de los contratos temporales entre las personas extranjeras, frente al 1,7% de las españolas. Así mismo, se estima que 40.000 mujeres desempeñan sus funciones como internas con una jornada media efectiva de 45 horas semanales.
En un extremo del continuo de explotación que pueden sufrir las empleadas del hogar y los cuidados están los incumplimientos de condiciones laborales, como el horario de trabajo, exigiendo horas extra sin pagarlas, el incumplimiento del alta en la seguridad social o el pago de un salario por debajo del salario mínimo interprofesional. En el otro extremo, nos podemos llegar a encontrar situaciones de explotación laboral severa y violaciones de los derechos humanos, como el trabajo forzoso o la trata de personas con fines de explotación laboral. La trata de seres humanos no es neutral en cuanto al género, ya que afecta a nivel global de forma desproporcionada a mujeres y niñas.
Cuando hablamos de trata con finalidad de explotación laboral (trabajos o servicios forzados) en el empleo del hogar, nos referimos a aquellos casos que se producen cuando la víctima es captada, transportada, trasladada, acogida o recibida, mediante la amenaza, uso de la fuerza u otras formas de coacción, el rapto, el fraude, el engaño, el abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, concesión o recepción de pagos o beneficios, con la finalidad de someterla a trabajo o servicios forzados en el empleo del hogar.
Violencias múltiples:
Las mujeres trabajadoras migrantes, incluidas las empleadas en el sector del trabajo del hogar y los cuidados, están con frecuencia expuestas a situaciones de violencia de género en el ámbito laboral como el acoso sexual, agresiones sexuales o servidumbre sexual en el trabajo. Este tipo de violencia permanece con frecuencia invisibilizada y tampoco aparece en las estadísticas. Las circunstancias que favorecen el silencio de las víctimas y la impunidad de sus agresores incluyen, entre otras, la vergüenza a exponer la situación que han vivido, el desconocimiento de sus derechos y de la existencia de recursos de apoyo, la situación administrativa irregular de las víctimas y su desconfianza hacia las autoridades, la situación de precariedad económica y social
en la que se encuentran en muchos casos, y el miedo atener que enfrentarse al poder del maltratador y a no ser creídas.
Además, las mujeres trabajadoras migrantes pueden mantenerse sometidas a una situación de violencia de género en el ámbito de la pareja, por no conocer o no encontrar alternativas de apoyo para salir de la situación.
También, en ocasiones, pueden verse abocadas a ejercer la prostitución como modo de supervivencia, ante la falta de permiso de residencia y trabajo y de oportunidades laborales, y en ese contexto se ven expuestas a sufrir explotación sexual y/o trata en prostitución.
Racismo:
El trabajo del hogar y de los cuidados no solo es un trabajo precarizarizado, sino fundamentalmente infravalorado, donde es frecuente encontrar testimonios que ponen de manifiesto la discriminación y el racismo al que se enfrentan muchas mujeres migrantes que trabajan en este sector. Son personas que desarrollan su labor en un espacio privado, cerrado, y dominado por la persona o familia empleadora, que, en ocasiones, utiliza la privacidad de su domicilio para someter a la trabajadora migrante a un trato xenófobo, humillante y degradante, abusando de que la posición de vulnerabilidad en la que se encuentra dificulta que interponga una denuncia.